Atropina: Historia y Biotransformación
Universidad Iberoamericana Puebla
Ciencias Ambientales y Desarrollo Sustentable
Toxicología Ambiental
Atropina: Historia y
Biotransformación
Alix Cruz Isidro
Índice
Historia
La atropina se considera el fármaco anticolinérgico
más antiguo de la historia de la Humanidad. Proviene del género «Atropa», que hace referencia a la diosa
mitológica griega Parca Átropos,
encargada de cortar el hilo de la existencia, nombre que fue instaurado por
Linneo por los múltiples envenenamientos que era capaz de provocar. El término
belladona hace referencia al hecho que damas de la corte veneciana empleaban
los extractos de hojas de belladona para dilatar la pupila, con lo cual los
ojos adquirían un aspecto chispeante.
Los araucanos en Chile, empleaban para la anestesia
las flores de la maya o Datura ferox, cuyo principio activo es la escopolamina
acompañada de cantidades menores de hiosciamina y atropina.
Los mayas en México daban estramonio, que contiene
diversos alcaloides del tipo de la atropina y de la escopolamina, a mujeres
como anestésico en el acto del parto, para paliar el dolor.
En la Antigüedad, hace unos 4.000 años, en Egipto,
China e India se inhalaban vapores de plantas, ricas en atropina, escopolamina
o hioscina, que actuaban como relajantes musculares entre otras propiedades.
La atropina se encuentra en la atropa belladona, planta solanácea ya conocida por los romanos
(las mujeres se aplicaban sobre la cara extractos de hojas de belladona para
aumentar el tamaño de sus pupilas, y bien sabemos que Claudio fue envenenado
con tintura de belladona añadida a un guiso de setas, su plato favorito) y los
celtas, que la utilizaron para envenenar la cerveza que ofrecían a sus
invasores daneses.
Discórides, médico y cirujano griego utilizaba la mandrágora
hervida y daba a tomar en vino para practicar amputaciones y la cauterización
de las heridas. Ahora sabemos que la mandrágora tiene elevadas concentraciones
de atropina y escopolamina.
Así a manera de una anestesia inhalada los enfermos
inhalaban junto con el aire que respiraban atropina, belladona, cicutoxina y opio,
lo que condicionaba hipnosis, sedación, analgesia y cierto grado de parálisis.
Los indios aspiraban el humo de la belladona
como
tratamiento de afecciones respiratorias, y la observación de esta práctica por
los ingleses condujo en el siglo XIX a la introducción de esta planta para el
tratamiento del asma. Así, el Codex fr. de 1904 describe «el cartón
antiasmático» a base de belladona y estramonio en polvo, que se quemaba durante
los accesos de asma. En 1831, el químico-farmacéutico alemán H.F Mein
identificó en los extractos de belladona el principio activo que producía los
efectos midriáticos, y posteriormente lo reafirmó el profesor P.Geiger y Hess.
Los efectos farmacológicos de la atropina fueron estudiados en la segunda mitad
del siglo XIX, pero no fue hasta la década de 1930 cuando se demostró que la
actividad parasimpaticolítica de la atropina y de los otros alcaloides
naturales se debían a sus efectos sobre los receptores colinérgicos.
Durante la primera mitad del siglo XX, la belladona o
el sulfato de atropina se utilizaban como anticolinérgicos en el tratamiento de
la úlcera gastroduodenal y como antiespasmódicos. También se utilizaban
cigarrillos con hojas de belladona o estramonio como antiasmáticos, por la
acción broncodilatadora de la atropina. A partir de 1950, la droga y el fármaco
fueron paulatinamente desplazados por los anticolinérgicos de síntesis.
Los agentes anticolinérgicos, llamados también
antiespasmódicos, antimuscarínicos, son fármacos que bloquean los receptores
muscarínicos de la acetilcolina. Disminuyen las secreciones, dilatan la pupila
del ojo, son broncodilatadores y aumentan la frecuencia cardiaca. El prototipo
de medicamento anticolinérgico es la atropina.
Toxicocinética
La atropina es un producto que inicialmente estimula
el Sistema Nervioso Central y luego lo deprime. Presenta efecto antiespasmódico
sobre músculo liso reduciendo las secreciones salivales y bronquiales, así como
reduce la transpiración, incrementa la frecuencia cardiaca y la visión se torna
en borrosa. En la literatura científica los pocos casos descritos de
intoxicación por atropina, han sido de naturaleza accidental, como casos
asociados a la toma de té en hojas, al utilizar colirios de anticolinérgicos o
al utilizar la vía intravenosa en adictos.
La atropina se absorbe bien tras su administración
oral, intramuscular y por aplicación directa en las mucosas incluidas las del
ojo. La absorción general tras su aplicación ocular es menor, pero suficiente
para poder ocasionar en algunos pacientes síntomas de atropinización general y
hasta intoxicaciones agudas.
La tmax es de 15-30 minutos tras su administración
intramuscular y de 2-4 minutos por vía intravenosa.
Se distribuye bien por todo el organismo, tiene un
volumen de distribución de 1-6 l/kg, con una unión a proteínas plasmáticas del
50%. Su depuración plasmática es de 8 ml/min kg. La semivida de eliminación es de
2 a 5 horas.
Tras la administración intravenosa, el aumento máximo
de la frecuencia cardíaca tiene lugar en entre 2 y 4 minutos. Las
concentraciones plasmáticas máximas de atropina tras la administración
intramuscular se alcanzan en 30 minutos, aunque los efectos máximos en el
corazón, la sudoración y la salivación pueden darse 1 hora después de la
administración intramuscular.
Los niveles plasmáticos posteriores a la
administración intramuscular e intravenosa son comparables a 1 hora. La
atropina se distribuye extensamente por todo el cuerpo y atraviesa la barrera
hematoencefálica y la barrera placentaria.
La vía de eliminación fundamental es la urinaria, así
de un 77-94% de una dosis intramuscular se encuentra en la orina de las
primeras 24 horas. Pequeñas cantidades de atropina se excretan por el aire
expirado y las heces.
La atropina administrada por vía intravenosa disminuye
rápidamente del plasma: en los primeros 10 minutos tras la administración.
Transcurrido este tiempo se calcula que la porción de fármaco en plasma es menor
del 5% de la dosis administrada. Por vía intramuscular se absorbe de forma
rápida, alcanzando un pico plasmático a los 30 minutos. En ese tiempo, las
concentraciones plasmáticas por vía intramuscular son similares a las
conseguidas por vía intravenosa.
Los niños, especialmente los menores de dos años,
pueden ser más susceptibles a la acción de la atropina. La semivida de
eliminación es más del doble en los niños menores de dos años que en los
adultos. La semivida de eliminación de la atropina es más del doble en los
pacientes de edad avanzada (>65 años) que en los adultos.
La administración excesiva de atropina tiene algunos
efectos adversos como la paresia intestinal que a la postre favorece mayor
absorción del tóxico, delirio atropínico que se presenta con agitación y
alucinaciones
Biotransformación
La atropina no se metaboliza completamente en el
hígado y se excreta en la orina en forma del fármaco inalterado y sus
metabolitos. En torno al 50 % de la dosis se excreta en el plazo de 4 horas y
el 90 % en 24 horas.
Se metaboliza parcialmente por N-desmetilación y se
conjuga glucurónido. Únicamente un 2% de la dosis se hidroliza a ácido trópico
y tropina. Los metabolitos parecen ser inactivos. Aproximadamente entre un 30-50%
de la dosis tras la administración intramuscular se recoge en la orina sin
biotransformar.
Referencias
Bibliográficas
Janette Esther Eras, C.,
Sandra Falconí, P., Miriam Ivonne Fernández, N., Jovanny Santos, L., Liliam
Floreano, S., & Flor Espinoza, C. (2017). Intoxicación por atropina en
estudiantes del colegio de Capiro-Piñas. Enfermería Investiga , Vol 2, Iss 2, Jun, Pp 87-90
(2017), (2, Jun), 87
Múnera, Ana G, Restrepo, Gustavo, Aristizábal,
Dagnóvar, & Cubides, Carlos A. (2006). Utilidad
de la atropina en pacientes bajo efecto beta-bloqueador durante la
ecocardiografía de estrés con ejercicio. Revista Colombiana de Cardiología,
12(7), 466-471. Retrieved March
17, 2018, from http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-56332006000300003&lng=en&tlng=es.
Raviña Rubira E. (2008).La atropina prototipo de fármaco anticolinérgico.
Medicamentos: un viaje a lo largo de la evolución del descubrimiento de
fármacos. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de
Compostela. Pp 219-233.
ROSSELL CAPELL, J., PORTUGAL
IGLESIAS, E., & QUEVEDO, O. (2017). Uso de atropina para controlar la
salivación excesiva en niños.
Revista Espanola De Ortodoncia, 47(2), 119.
Comentarios
Publicar un comentario